lunes, 6 de agosto de 2012

Zhao Zhiyang. Prisionero del Estado.


Esta reseña fue escrita para la asignatura a Política del Asia Oriental (2º curso). 


Zhao Ziyang, Prisionero del Estado: El diario clandestino de un primer ministro



Zhao Ziyang, Prisionero del Estado: El diario clandestino de un primer ministro, Granada: Algón Editores, 2011, 438pp. ISBN: 978-84-937218-7-9


Introducción

Prisionero del Estado es una obra que recopila las memorias de Zhao Ziyang, primer ministro de la República Popular China y Secretario General del Partido Comunista Chino. Grabadas en unas 30 cintas de 70 minutos de duración (mientras se hallaba en arresto domiciliario) se encuentran las vivencias, opiniones, remordimientos y trifulcas que Zhao vivió desde que fue líder del Partido en Sichuan hasta los días de confinamiento en su casa.



Recopiladas tras su muerte en 2005, las cintas han sido transcritas, traducidas y editadas por Bao Pu (hijo de Bao Tong, allegado de Zhao Ziyang y ex-secretario político del Comité Permanente del Politburó, actualmente en arresto domiciliario), Adi Ignatius (redactor jefe del Harvard Business Review) y Renee Chiang. Como en el mismo libro explican los editores, la redacción de Prisionero del Estado no se corresponde al orden cronológico de los sucesos históricos ni al de las grabaciones de Zhao (a excepción de los sucesos de Tiananmen, de especial sensibilidad e importancia para el ex-Primer Ministro, que va en primer lugar); también se ha recortado su contenido en aras de hacerlo más comprensible y menos repetitivo. A su vez, han conservado la perspectiva en primera persona de la narración, dejando que sea Zhao el que hable a través de sus editores.


Teniendo en cuenta todo esto y que el ejemplar con el que expongo este trabajo es la versión traducida al castellano del inglés, es fácil comenzar a leer este libro con recelo y visión crítica ante un contenido tan alejado de su origen. Pero extrañamente, al poco de empezar a leerlo no he podido evitar abandonar esa perspectiva y sentirme cercana al sufrimiento que profesa Zhao Ziyang al explicar desde su punto de vista los motivos (y consecuencias) que llevaron a Deng Xiaoping proclamar la Ley Marcial para contrarrestar las manifestaciones de los estudiantes concentrados en Tiananmen. Este es un libro que no pretende ser objetivo: a través de las palabras de Zhao puede verse el afecto que sentía por algunos de sus camaradas (como Hu Yaobang), de la animosidad que le despertaban otros (Li Peng o Li Xiannian), y del respeto que profesaba a algunos de los veteranos pese a no compartir sus puntos de vista en materia política o económica (Chen Yun). Mucho de su contenido es difícil de contrastar (en algunas ocasiones los editores corrigen algún año o dato que da Zhao), y por lo tanto he decidido no poner en duda todo lo que se plantea, si bien no descarto que parte de sus grabaciones las hizo deseando una posterior revisión de su caso que finalizara con el arresto domiciliario, por más que él lo niegue.


A continuación centraré mi atención en 3 puntos que, a mi entender, son clave en la lectura de Prisionero del Estado: la visión económica de Zhao (que abogaba por un mercado más libre y con participación en el marco internacional), su relación con Deng Xiaoping y en cómo afectó esta a la masacre de Tiananmen, y por último de su opinión acerca del Estado de la Ley (y de cómo ésta marca su personalidad en los últimos días de su vida).



El Verdadero Arquitecto de la Reforma

Zhao Ziyang fue un hombre pragmático. Tradicionalmente en las políticas económicas del PCCh se consideraba a China como un gran bloque, propias de una 'dictadura socialista' y en gran parte debido a la obsesión del gobierno por unificar a la población. En cambio, Zhao vio el potencial que tenía un país tan grande y tan variado como el suyo. Si los tigres asiáticos, más pequeños, habían conseguido tal grado de desarrollo y crecimiento, ¿por qué no lo lograba China?.


Desde su primer viaje en el extranjero pensó en las ventajas de explotar la tierra para aquello en que era adecuada. En un país en el que la autosuficiencia fue uno de los grandes objetivos, se echó a perder la oportunidad de especializarse en los sectores (en este caso agrarios) en los que era bueno, dedicándose de lleno al producto de grano y alimento. Zhao pensó que si China intentaba navegar sola por el mundo se ahogaría. A nivel de materias primeras, dividió el conreo por zonas geográficas e importó el grano necesario para garantizar la alimentación de la población. En poco tiempo, la producción aumentó en sobremanera y los campesinos vieron por fin la recompensa a su esfuerzo.


La mejora de la producción, unida a la implantación de una economía de mercado en el que los campesinos podían vender libremente los excedentes (incluso al Estado, como en el caso del algodón), hicieron que el nivel de vida de muchas personas mejorara.


También en el caso de la industria Zhao tuvo visión de campo. Siguiendo la estela de las ZEE de Deng Xiaoping, el ya Primer Ministro de la RPC decidió darle a las zonas costeras la oportunidad de crecer que tantas veces habían deseado y perdido por 'culpa' de un desarrollo económico en bloque lento y poco acusado. Si se enfocaba la producción de estas zonas hacia el comercio exterior aprovechando la mano de obra barata y la buena infraestructura de la que poseían podían atraer capital extranjero y propiciar un crecimiento rápido y notable. A pesar de las críticas que recibió Zhao Ziyang desde las zonas interiores por 'hacer aún más ricos a los que ya son ricos', creo que el desarrollo progresivo del exterior al interior no solo fue acertado, sino que ya ha quedado demostrado que fue la mejor opción que podía haber tomado China. Lo chocante es ver cómo en la actualidad, debido a todos los problemas políticos que sufrió, el PCCh haya decidido quitarle la autoría a Zhao de estas políticas y que se hayan englobado en las 'cuatro modernizaciones' de Deng Xiaoping. Es cierto que el 'pequeño timonel' fue en última instancia el que permitió que todo sucediera, pero es triste que, como siempre, el Partido Comunista piense antes en dar una imagen que les beneficie antes que reconocer a aquellas personas que han hecho algo beneficioso para su población. ¿Estaba alejada la visión de Zhao del Comunismo en aumentar las diferencias de poder adquisitivo entre las zonas del interior y del exterior de China? Si, como él, se tiene una visión realista de las capacidades de un país y se contempla a largo plazo el objetivo final de la mejora del nivel de vida de la población, yo creo que no.



Una disputa personal con consecuencias políticas

La figura de Deng Xiaoping que se presenta en este libro es bastante diferente a la que muestran otras obras escritas hasta la fecha. Lejos del hombre revolucionario y reformista que trazó todo el plan de las cinco generaciones que elevarían a China al nivel de potencia mundial se describe aquí como un hombre mayor, que pese a compartir muchas de las ideas reformistas en materia económica (que no política) con Zhao, es una persona muy influenciable y hasta cierto punto fácilmente manipulable. Es difícil saber si realmente la personalidad de Deng era fruto de un hombre que vivió en una época gobernada por Mao y que temía que la situación política volviera a ser como en el pasado, por lo que prefería mirar hacia el futuro y hacer en cada caso concreto aquello que creyera conveniente con tal de evitar nuevas revoluciones. Lo que sí se puede apreciar es el afecto y el respeto que tenía Zhao por Deng Xiaoping, por lo que presentarle como una mera marioneta del sector duro conservador del Partido podría simplemente ser una manera de excusar a un hombre que promulgó la Ley Marcial que llevaría a las tropas a matar a cientos de civiles.


Pero si realmente las ideas de un veterano como Deng podían virar de rumbo debido a la influencia de otros políticos (como parece ser la tónica del gobierno en China), el deterioro de sus relaciones con Zhao podría haber sido uno de los alicientes al desenlace del 3 de junio. Al margen de las terribles consecuencias que tuvo la editorial del 26 de abril del Diario del Pueblo, que puso en boca de Deng la etiqueta de <<contrarrevolucionarios>> para referirse a los estudiantes que se hallaban en la plaza de Tiananmen (que, en muchos casos, se trataba de hijos únicos de familias con la capacidad adquisitiva suficiente para hacer que fueran a la universidad y que formaban parte de las juventudes comunistas), Zhao se lamenta de las acciones que pudieron molestar a su protector a nivel personal, como el malentendido que tuvieron a raíz de la visita del presidente ruso Mijaíl Gorbachov. El antiguo Secretario General del Partido se pregunta cómo habrían sido las cosas si Deng no hubiera impuesto la Ley Marcial en la reunión celebrada en su casa, y de cómo pudo haber evitado perder su confianza hasta el punto de apartarle completamente de sus funciones políticas y de llevar a China, de nuevo, por la senda de la 'mano dura' contra las manifestaciones y opiniones personales de los ciudadanos.



Estado de Ley versus Partido Comunista Chino

Por último, otro tema que encuentro de especial importancia en Prisionero de Estado es la prueba que encarna el propio Zhao de las prácticas ilegales impunes del Partido Comunista. Siempre con el objetivo de mantener una fachada uniforme, de cara a sus ciudadanos y a los gobiernos del exterior, el PCCh se saltó por completo la Constitución del 82 al arrestar a Zhao.


El problema es que para un sistema democrático parlamentario como por ejemplo el nuestro, la Constitución es la Ley suprema que define el marco de actuación de los partidos políticos y de la población, pero en China existe de facto un órgano supralegal: el propio Partido Comunista. Como el propio Zhao Ziyang denuncia en sus cartas al Comité Central y a los miembros del Politburó en repetidas ocasiones, legalmente el PCCh no tiene potestad para privarle de su libertad personal. Basta con la lectura de unos pocos artículos de la Constitución china del 82 para darse cuenta de ello1. La Costumbre se impone a la Ley, y mientras la mentalidad de la población y de los dirigentes chinos no cambie, a ojos de países internacionales no será nunca plenamente constitucional. Por desgracia, en el marco de las relaciones internacionales prima el interés económico y de estabilidad política, y por más que existan medios a escala mundial para denunciar prácticas abusivas de los gobiernos sobre sus ciudadanos, ningún país tomará la decisión de meterse en asuntos internos de otro país. La denuncia por parte de los medios de comunicación y la concienciación social parecen ser, por ahora, las únicas armas con las que poner incómodo al Partido Comunista Chino, para el que las actuaciones que realiza para mantener la buena imagen que quiere dar puede ser un arma de doble filo.


Es triste que el objetivo del PCCh de alejar a Zhao Ziyang de la mirada pública tuviera efecto. En muchos de los libros que mencionan hechos históricos de China, Zhao tan solo aparece en una línea o de pasada, normalmente para explicar que antes de la tragedia del 3 de junio fue a la plaza de Tiananmen a hablar con los estudiantes con rostro lagrimoso, y no se menciona su posterior arresto domiciliario.


<<El secretario general del partido, Zhao Ziyang […] y el primer ministro Li Peng […] se acercaron a la plaza para dialogar con los estudiantes aunque sin éxito. El talante próximo y comprensivo de Zhao Ziyang hacia las protestas estudiantiles fue duramente criticado por el partido y aquella sería su última aparición pública.>> 2


<<Zhao Ziyang y Li Peng no se pusieron de acuerdo sobre cuál sería la mejor manera de actuar. […] El 19 de mayo, Zhao Ziyang visitó a los estudiantes en huelga de hambre y dio la impresión de que simpatizaba con sus exigencias. […] Se culpó a la cúpula del Partido, y Zhao Ziyang fue destituido por no haber mostrado una actitud firme frente a los estudiantes.>> 3


Cuesta creer que los sucesos y las batallas políticas entra bambalinas que se narran en sus memorias pasaran a finales de los 80. Las reacciones a los intentos de Zhao para llamar la atención sobre su falta de libertad personal (como la anecdótica salida para jugar al golf que realizó basándose en la falta de una sentencia directa de arresto) son propias de los años de la Revolución Cultural, y no de una China en la que el Partido Comunista declara que <<administrará la nación con arreglo a derecho y al imperio de la Ley>>4.



Conclusión

Antes de leer Prisionero del Estado no conocía la figura de Zhao Ziyang, pero aunque la conociera de antemano hubiera tenido que revisar todas mis opiniones de él. No se trata de un hombre revolucionario por estar 'avanzado en su tiempo' o por llevar a cabo grandes reformas impactantes, sino por fijarse en el objetivo último de la mejora de calidad de vida de los ciudadanos y del crecimiento económico con el que garantizarla.


Creo que es un hombre que era perfectamente consciente de la época en la que vivía y, lo que es más, de la época en la que se encontraba la mentalidad de la mayoría de veteranos del PCCh. Intentó con mayor o peor éxito 'jugar' con las reglas del juego de la política del Politburó y de los veteranos para llevar a cabo una reforma gradual de la economía y del mercado chino (algo novedoso después de los experimentos y altibajos de Mao Zedong) y creía firmemente en que la única salida posible para el desarrollo político de su país era con la implantación de un sistema democrático parlamentario y con el Estado de la Ley. Además, fue más allá y no solo planteó respuesta a los problemas puntuales que se le presentaban, sino que también analizó el propio modelo en el que se asentaban las líneas generales de la política del Partido, con la intención de sanear de raíz dichos problemas. Mientras que otros miembros del Politburó tenían miedo de enfrentarse directamente a los 'peces gordos' del partido, Zhao Ziyang se mantuvo siempre que pudo en primera línea defendiendo sus ideales (incluso cuando no contaba con el apoyo de Deng Xiaoping).


Uno de los objetivos de esta obra– mantener viva la imagen de Zhao y darle el sitio que le corresponde en la historia de China– creo que se cumple a la perfección. Tras leer El Prisionero del Estado no sólo he conocido una figura importante sino que además he aprendido mucho más de otros personajes y del funcionamiento y división del PCCh que con cualquier manual de historia.


Por desgracia, creo que otro de los objetivos (más bien una discreta aspiración) del libro– concienciar a la generación actual de políticos y ciudadanos de China sobre las posibles soluciones políticas y económicas a las que ha llegado Zhao tras años de razonar en su aislado domicilio con las que mejorar a su país– caerá en saco roto. Como se temían los editores, el libro no ha sido publicado en China (sin contar HK), aunque esperan que a través de las redes sociales se difunda el mensaje de Zhao Ziyang y llegue a un mayor número de personas.


Bibliografía

  • Fernández Lommen, Yolanda, China: La construcción de un Estado Moderno, Madrid: Los libros de la Catarata, 2001, 300pp.
  • J.A.G. Roberts, Historia de China, Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2008, 391pp.
  • Higueras, Georgina, China: La venganza del dragón, Barcelona: Ediciones Península, 2003, 302pp.
1Capítulo I: Principios Generales.
Artículo 5
El Estado salvaguarda la unidad y la autonomía de la legalidad socialista.
Ninguna ley, disposición administrativa o reglamento de carácter local debe contradecir la Constitución.
Todos los organismos del Estado y las fuerzas armadas, los partidos políticos y organizaciones sociales, las empresas e instituciones deben observar la Constitución y las leyes.
No se permitirá que ningún organismo o individuo disfrute de privilegios por encima de la Constitución y las leyes.

Capítulo II: Derechos y Deberes fundamentales de los ciudadanos.
Artículo 27: La libertad personal de los ciudadanos de la República Popular China es inviolable.
Ningún ciudadano puede ser detenido sin la autorización o decisión de una fiscalía popular o la decisión de un tribunal popular, y la detención no puede ser ejecutada sino por los organismos de seguridad pública.
Se prohíbe practicar ilegalmente el arresto de cualquier ciudadano o privarle por otros medios ilegales de su libertad personal o restringir la misma. Se prohíbe realizar sin autorización registros personales a cualquier ciudadano.

Artículo 41: Los ciudadanos de la República Popular China tienen derecho a formular críticas a todo organismo del Estado y a sus funcionarios, y a plantearles sugerencias. […] Nadie debe reprimir o tomar represalias contra los ciudadanos que las formulen.

2Fernández Lommen, Yolanda, China: La construcción de un Estado Moderno
3J.A.G. Roberts, Historia de China
4 Pág. 146 – Prisionero del Estado.

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